UNIVERSOS FUNDAMENTALES
Y FANTÁSTICOS EN LA OBRA PICTÓRICA DE REY
Eduardo García Aguilar
La nueva obra pictórica de Miguel Ángel Reyes sorprende
porque explora profundidades que se remontan a la esencia mítica
del hombre. Al viajar por ese mundo infinito que parece provenir de otras
civilizaciones planetarias que vienen tal vez del futuro, el observador
asiste a una nueva fundación, a una creación cíclica
que es a la vez lejano Apocalipsis y cercana eclosión de materias
recientes.
Marcadas por el agua y el aire como elementos fundamentales, las figuras
de Reyes surgen del fondo del océano en una sucesión de
nacimientos, muertes y desapariciones. De un enorme bagre o una exhausta
ballena, brotan otras criaturas marinas y por los aires la res cornúpeta
carga sobre su lomo el águila que la ha proyectado hacia los espacios.
Las figuras de Reyes parecen anticipar los dibujos de las cuevas de Lascaux
o Altamira, pero realizadas en cavernas inconmensurables pobladas por
gigantes proteicos que con manos férreas trituran, forman y reforman
la materia pétrea que los rodea con ayuda de la arcilla que fluye
por los resquicios de la concavidad original.
En el exterior, en los espacios abiertos entre la tierra y el espacio
guerreros babilónicos imploran ante el desastre, mientras al otro
extremo, en la otra dimensión acuática, mujeres primigenias
expelen ágiles burbujas y ascienden con lentitud desde el fondo
del océano nombrando una las criaturas marinas que cruzan a su
paso.
Desde el espacio eterno se desploman también los ángeles
caídos y en cada una de esas secuencias Reyes nos introduce a ese
desplome original con la maestría plástica del poeta que
acaba de escuchar las trompetas del final y el anuncio del castigo en
medio de la leyenda.
Pero en ese mundo fundacional y fantástico de la nueva obra de
Reyes hay espacio para los que en las bahías más perdidas
y precarias asisten a la pesca milagrosa o viajan en la piragua hacia
otros puertos cálidos llenos de tucanes coloridos, bandadas de
pájaros, entre fiestas de colores y formas ajenas al desastre,
a la fundación a la caída, porque están en la esquina
del tiempo.
Reyes ha dado un paso fundamental en su obra, pues más allá
de ofrecernos formas y colores, líquidos o texturas, inmensidades
libres o cuevas tapiadas pobladas de humanos, animales fantásticos
y gigantes de pesadilla, nos ha conducido a interrogarnos sobre las profundidades
de la materia, los límites de la forma, los laberintos del tiempo
y el espacio y a través de esas dudas e incógnitas tratar
de asombrarse ante los misterios de la vida que es a la vez efímera
y eterna.
Paris 18/10/08